“Es increíble como pasa el tiempo” decimos con gran frecuencia ante diferentes situaciones que vivimos tiempo atrás. Es que parece ayer lo que sucedió con Guido Falaschi, aquel 13 de noviembre de 2011 en Balcarce, sin embargo ya pasaron 10 años.
Pensé mucho en como abordar esta nota, y ¿saben que?, me propuse solamente escribir lo que siento hoy y lo que sentí ese día.
Era un almuerzo como cada domingo, viendo carreras de autos. Pero lamentablemente en esa carrera la bandera a cuadros nunca llegó y los festejos del podio tampoco. Pensar en el TC en Balcarce 2011 me genera hoy el mismo sabor agrio de ese día.
La carrera fue intensa desde la misma largada, y cargada de adrenalina porque ese circuito generaba eso cuando uno miraba carreras corridas ahí. A medida que pasaban las vueltas, uno se enganchaba más con la carrera, porque los dos jóvenes que venían rompiendo esquemas en el TC estaban primero y segundo, batallando entre ellos y manejando un Ford, algo especial para los seguidores de la marca ovalada. En mi caso no era ni soy fanático de las marcas, pero si me generaba entusiasmo ver como esos dos chicos (que tienen y tenían mi edad), se imponían en la categoría más importante de la Argentina sobre grandes consagrados.
No quiero ser extenso, pero quizás tampoco quiero acortar este relato porque algo en mí evita llegar al recuerdo de ese momento tan triste. Era la primera vez que veía un desenlace así en el automovilismo, una carrera que terminó antes y también con la vida de un piloto. Los tallarines con salsa que había almorzado me cayeron como una montaña de escombros en el estómago y perdón que precise tantos detalles, es que el fallecimiento de Guido lo tengo tan presente como si fuese ayer. Había leído de muchas tragedias en el deporte motor, pero esta la vi en directo y me impactó.
Muchos dicen que esa carrera no debía haberse corrido y probablemente no, pero se corrió y hoy a todos los que amamos este deporte nos queda una afirmación dando vueltas en la cabeza “si esa carrera no se hubiera corrido hoy Guido Falaschi estaría entre nosotros”.
Pasaron 10 años y todavía me pone piel de gallina como se suele decir. Un fin de semana que empezó torcido, con un golpazo de Agustín Canapino el viernes cuando se quedó sin frenos y terminó fuera del autodromo muy golpeado y generando un susto grande. Después vino el domingo y ese desenlace tan cruel.
Paralizado frente a la tv, notaba como José Luis Benedetto y Sergio Tenaglia, trataban de remar una transmisión televisiva que se convirtió en un caos. Automáticamente abrí radios on-line para escuchar si había alguna información más, Campeones, Vuelta Previa, Largaron, todos coincidían en que el panorama era complejo, que lo de Guido era grave, pasaron las horas y mirando portales de automovilismo en internet llegó la peor noticia.
Les juro que al leer que Guido Falaschi había fallecido, me generó un escalofrío, porque más allá de las carreras se trataba de un chico, un adolescente, una persona de mi edad (en ese entonces), que perdía la vida.
El resto de ese domingo tuve el pensamiento recurrente de la carrera y de lo que había pasado, no podía salir del asombro, a la noche me costó dormirme, tenía sentimientos raros en mí.
Estoy seguro de algo, que ese domingo ningún piloto ganó la carrera, más allá que la planilla diga Mauro Giallombardo, nadie ganó ese día, ni los pilotos, ni los equipos, ni el público y mucho menos el automovilismo.
Ese 13 de noviembre de 2011, y vaya el número de ese día, justo el 13, solo ganaron la desgracia y la tristeza.
A 10 años, de tu partida, Guido Falaschi eternamente en el recuerdo.
Emanuel Druetta
Director de Contenidos de Poleman